Te arrastrare al mismo infierno de mis perversiones donde insinuaras tu cuerpo al ritmo que a mí se me antoje. En mi oscuridad más absoluta yo seré la llama que encienda tu fuego… solo una voz escucharas, solo mi presencia sentirás. Arde mi bella dama, envíciate con mi carne… goza del más perverso y lacerante placer que te provoco. Libérate de esa venda en tus ojos y mira estas cadenas que te unen a mi… encadenada tú, eres libre por fin de volar en mis cielos, azul pálido, gris ardiente, tú vuelas alto con mis alas. Ahora, sabes lo que soy… soy tu sustento, tu único acierto, soy tu viciosa lujuria, a quien suplicas te encierre con una sola orden en la oscuridad de mis pecados… allí donde lamida de mis fuegos mas internos, llegas al más intenso de tus orgasmos. Silencio… sin cuestionar, es la primera ley en el infierno de mi oscuridad. Atiende, en mis infiernos, yo soy la luz que te hace morir y vivir al mismo instante.
Adrian.
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